Skizoo nos ofreció en el 2007 su segundo álbum, marcando una continuidad respecto al primero, pero con detalles más personales y alejados de la sombra de Söber. El disco en general es contundente, se nota una buena producción y elección de temas, aunque incluso el orden de las canciones caiga en los tópicos. Como el hecho de dejar la canción más lenta para el final del disco.
Musicalmente no hay mucho que decir. Los miembros de la banda son viejos conocidos de los seguidores del estilo y demuestran sobradamente allá donde van sus cualidades. El único cambio en esta segunda entrega es la aparición de más solos de guitarra y una presencia más notable de la batería, siendo más agresiva. La voz de Morti sigue en la misma línea, intensa y convincente, mientras que sus letras son fáciles para entender y seguir, pero no exentas de calidad.
“Dame Aire” es posiblemente la canción más potente del álbum, respaldada por un videoclip agresivo, aunque “No me dejes solo” o “¿Qué vamos a hacer?” también aportan ese grado de fuerza al conjunto, mientras que temas más suaves como “Algún día” o “Puede ser” crean el contraste perfecto para no ahogar al oyente con una excesiva cantidad de contundencia. Un disco que ha sido bien medido en todas sus vertientes, para no hacerse pesado, pero tampoco poder ser pasar inadvertido.
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