Escuchar a Neon Horse ha sido para mí como volver algunos años atrás. La peculiar voz del cantante, junto a las melodías y los sintetizadores utilizados les convierten en una especie de supergrupo, formado por miembros de la familia Addams, los hermanos Dalton y Pierre Nodoyuna. Parece una descripción muy alejada del terreno musical, pero es algo que escuchándolos se puede entender perfectamente. Por lo demás, son un grupo muy adictivo y fácil de encajar.
Neon Horse ofrecen un sonido ochentero, Rock de guitarras y sintetizadores, oscuro y alocado. Las baterías son sencillas, pero enérgicas, acompañadas perfectamente por el bajo. Mientras las guitarras se sustentan en marcados riffs rockeros, con la justa distorsión, los sintetizadores son chirriantes y sinuosos, sacados de las mejores películas de serie B o Z del siglo pasado. Todo un cóctel de elementos que se suman a la voz de malo de Norman Horse para dejarnos un disco memorable.
Llaman la atención desde la primera escucha con canciones sencillas y directas, aunque se echa de menos algo más de duración, pues las diez canciones que contiene el disco no superan la media hora. Pero es suficiente para engancharte, hacerte bailar, cantar y escucharlo una y otra vez. No es una banda de mil matices y detalles para descubrir, sino para disfrutar desde el principio.
Para mí, Neon Horse tienen todos los requisitos para el éxito, peculiaridad, sencillez, actitud y temas pegadizos, pero no son veinteañeros ni modelos, así que nos tendremos que conformar con escucharlos en nuestras casas y disfrutar de su Rock de villano simpático. El entretenimiento está asegurado y, después de su disco, seguro que alguna sonrisa maléfica se te escapa.
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